El ‘sabath’ era la fiesta judía que se celebraba durante todo el año, el día séptimo de cada semana. Era un día de adoración y descanso que recordaba la obra terminada por Dios en la creación (Génesis 2:2-3). Según Pablo Hoff, “se les hacía tener presente que Jehová les había liberado de la esclavitud egipcia y que ahora podían dedicar un día en la semana para él” (Deuteronomio 5:12-25).



¿Cuál es la actitud del cristiano en relación al ‘sabath’ o descanso judío?


Como parte de la Ley de Moisés, el sábado, como mandamiento para ser guardado, fue abolido o anulado, junto con toda la reglamentación del culto mosaico y demás mandamientos. Para esto podemos citar los siguientes pasajes: Efesios 2:14-16 y Romanos 10:4; 2 Corintios 3:12-13; Colosenses 2:13-14. Las palabras “abolir” o “anular” quieren decir “dejar sin efecto legal”. Esto nos enseña que el sábado o día de descanso judío, forma parte de una ley anulada y abolida que ya no tiene ningún efecto legal para el cristiano. En otras palabras, no estamos atados legalmente a un mandamiento de una ley abolida.


Analizando el asunto de una forma independiente a la Ley, hay varios pasajes en la Biblia en los que se nos enseña que el creyente no está en la obligación de guardar el sábado judío. Véase Colosenses 2:16, Romanos 14 y Mateo 12:1-8.


En la Epístola a los Hebreos se nos enseña que Dios: estipuló un día para oír su voz: HOY (Hebreos 3:7 y 13); estipuló un día para la salvación: HOY (3:15), y determinó un día para entrar en el verdadero reposo: HOY (4:3-7). Para la Iglesia queda un reposo en el cual se entra HOY, y se permanece HOY. Ese reposo en el cual estamos se llama Jesucristo quien dijo: “Venid a mí (HOY) todos los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar” (sabath). “Hallaréis descanso (sabath) para vuestras almas” (Mateo 11:28). Este descanso o reposo es una experiencia diaria, permanente y eterna, de carácter espiritual.


La Iglesia primitiva conservó, como principio espiritual, la dedicación de un día de reposo espiritual y físico dedicado a buscar y servir a Dios. Los primeros cristianos acostumbraban a reunirse cada primer día de la semana (domingo). Una vez que somos capaces de hacerlo vamos a encontrar en ese acto una sensación de paz y felicidad que no la encontraremos en ninguna otra actividad que realicemos en ese día.


La Iglesia Primitiva se reunía el primer día de la semana con los siguientes propósitos:


Primero: Celebrar y recordar la resurrección de Jesús. Las apariciones de Jesús, después de la resurrección fueron siempre el primer día de la semana (Mateo 28:1; Marcos 16:2; Lucas 24:1 y 13; Juan 20:6). El primer día de la semana Jesús les enseñó las Escrituras.


Segundo: Celebrar el nacimiento de la Iglesia. El día de Pentecostés fue el primer día de la semana (domingo). (Compare Levíticos 23:15-16 con Hechos 2:1).


Tercero: Para participar de la santa cena y enseñar (Hechos 20:6-12).


Cuarto: recoger las ofrendas (1 Corintios 16:2).


Sin embargo, la proyección espiritual más profunda del ‘sabath’ puede ser entendida cuando consideramos a Jesucristo como el antitipo del ‘sabath’ o descanso judío (Mateo 11:28-30), y la entrada al evangelio de la gracia como cumplimiento amplio y verdadero del descanso espiritual y permanente que los hijos de Dios experimentan cuando vienen buscando en Jesús el reposo que sus almas necesitan (Hebreos 4:6-12).

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