Cuando te levantabas esta mañana, te observaba y esperaba que me hablaras aunque fuera unas cuantas palabras, preguntando mi opinión o agradeciéndome por algo bueno que te haya sucedido ayer.

Pero note que estabas muy ocupado buscando la ropa adecuada para ponerte e ir al trabajo.

Seguía esperando de nuevo, mientras corrías por la casa arreglándote, supe que habría unos cuantos minutos para que te detuvieras y me dijeras "HOLA", pero estabas demasiado ocupado(a). Por eso encendí el cielo para ti, lo llene de colores y dulces cantos de pájaros para ver si así me oías pero ni siquiera te diste cuenta de esto.
Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día.

Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado ocupado(a) para decirme algo. De regreso vi tu cansancio y quise rociarte un poco para que el agua se llevara tu estrés, pensé en agradarte para pensaras en mí pero enfurecido ofendiste mi nombre, deseaba tanto que me hablaras, aun quedaba mucho tiempo.

Después encendiste el televisor, espere pacientemente, mientras veías el televisor, cenabas, pero nuevamente te olvidaste de hablar conmigo y nada. Te note cansado y entendí tu silencio asi que opaque el resplandor del cielo, pero no te deje a oscuras, lo cambie por un lucero, en verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verlo.
A la hora de dormir, creo que ya estabas agotado(a). Después de decirle buenas noches a tu familia, caíste en tu cama y casi de inmediato te dormiste, acompañe con música tu sueño, mis animales nocturnos se lucieron, no hay problema, porque quizás no te das cuenta que siempre estoy ahí para ti.

Tengo más paciencia de la que te imaginas. También quisiera enseñarte como tener
paciencia para con otros. TE AMO tanto que espero todos lo días por una oración, el paisaje que hago es solo para ti. Bueno te estabas levantando de nuevo, y otra vez esperar sin nada más que mí amor por ti, esperando que el día de hoy
me dediques un poco de tiempo. Que tengas un buen día !

Atte: DIOS

Yo tuve la mamá más mala del mundo.
Mientras que los otros niños podían irse a la escuela sin desayunar,
yo tenía que comer todo el cereal, el huevo y el pan tostado. Cuando los demás niños tomaban refrescos gaseosos y dulces para el almuerzo, yo tenía que conformarme con comer siempre comidas nutritivas.

Mi madre insistía en saber todo lo que hacíamos y donde estábamos, parecía que estábamos encarcelados; tenía que saber quiénes eran nuestros amigos. Insistía en que, si decíamos que íbamos a tardar una hora, de hecho tardáramos una hora y no dos.

Me da vergüenza admitirlo, pero hasta rompió la "Ley contra el trabajo de los niños menores", e hizo que laváramos los trastos, tendiéramos nuestras camas, aprendiéramos nuestras tareas de la escuela y muchas cosas más; hasta creo que se quedaba despierta por la noche pensando en las cosas que podría obligarnos a hacer, tan sólo por molestarnos: Que lávate los dientes, cepíllate el cabello,
respeta a los mayores, obedece...

Siempre insistía en que dijéramos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Así, entre tanta crueldad, transcurrió mi infancia. Para cuando llegamos a la adolescencia y fue más sabia, nuestras vidas se hicieron aún más miserables. Nadie podía tocar el claxon para que saliéramos corriendo, nos avergonzaba hasta el extremo de obligar a nuestros amigos a llegar hasta la puerta de la casa para
preguntar por nosotros.

Pasaron los años y resulta que todos sus hijos somos felices.
Hemos sabido superar las dificultades de la vida y desarrollar magníficas relaciones tanto en la familia como en la iglesia y en nuestros trabajos. ¿A quién debemos culpar de nuestra situación actual?

Tienen razón, a nuestra "Mala Madre".

Verán lo que nos hemos perdido: Nada que valga la pena.

Hemos descubierto que nuestra "mala madre" es en realidad la mejor del mundo. Gracias a ella mis hermanos y yo nos hemos propuesto continuar el camino trazado por Jesús: Vivir para servir. Así es el amor. "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo"
(Salmo 41).

Estamos tratando de educar a nuestros hijos como lo hizo nuestra
madre. 


Estoy llena de orgullo cuando mis pequeñitos me dicen que soy
"mala". Sonrío recordando mis propios arrebatos de cólera y le doy gracias a Dios por haberme dado a la "Mamá más mala del mundo".

Si su madre fue tan mala como la mía,
¿no cree que usted debería expresarle
su mas profundo agradecimiento?




Compartida por uno de nuestros seguidores.

UN PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE BERLÍN PROPUSO UN DESAFÍO A SUS ALUMNOS CON LA SIGUIENTE PREGUNTA:

“¿Dios creó todo lo que existe?"
Un alumno respondió, valientemente:
Si, Él creó …
¿Dios realmente creó todo lo que existe?
Preguntó nuevamente el maestro.
Sí, señor, respondió el joven.
El profesor respondió: “Si Dios creó todo lo que existe,
¡entonces Dios hizo el mal, ya que el mal existe!
Y si establecemos que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos,
¡entonces Dios es malo!!"

El joven se calló frente a la respuesta del maestro, que feliz, se regocijaba de haber probado, una vez más, que la fe era un mito.

Otro estudiante levantó la mano y dijo:
¿Puedo hacerle una pregunta, profesor?

Lógico, fue la respuesta del profesor.

El joven se paró y preguntó:
Profesor, ¿el frío existe?
¿Pero que pregunta es esa?… Lógico que existe, ¿o acaso nunca sentiste frío?

El muchacho respondió: "En realidad, señor, el frío no existe.
Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en verdad es la ausencia de calor.
Todo cuerpo o objeto es factible de estudio cuando posee o transmite energía;
el calor es lo que hace que este cuerpo tenga o transmita energía”.

Y, ¿existe la oscuridad? Continuó el estudiante.

El profesor respondió:
Existe.

El estudiante respondió:

La oscuridad tampoco existe.
La oscuridad, en realidad, es la ausencia de luz.

“La luz la podemos estudiar,
¡la oscuridad, no!

A través del prisma de Nichols, se puede descomponer la luz blanca en sus varios colores,
con sus diferentes longitudes de ondas.

¡La oscuridad, no!

“¿Como se puede saber qué tan oscuro está un espacio determinado?
Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio.”

“La oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué ocurre
cuando hay ausencia de luz.”

Finalmente, el joven preguntó al profesor:
Señor, ¿EL MAL EXISTE?

El profesor respondió: Como afirmé al inicio, vemos estupros, crímenes, violencia
en todo el mundo. Esas cosas son del mal.

El estudiante respondió:
“El mal no existe, Señor, o por lo menos no existe por sí mismo.
El mal es simplemente la ausencia del bien…

De conformidad con los anteriores casos, el mal es una definición que el hombre inventó
para describir la ausencia de Dios.”

Dios no creó el mal.
… El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos.

Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la oscuridad cuando no hay luz.

El joven fue aplaudido de pié, y el maestro, moviendo la cabeza, permaneció en silencio …

Una de las preguntas más comunes en la vida es, “¿por qué permite Dios que sus hijos atraviesen por tiempos difíciles de prueba?” Reconocemos que Dios es todopoderoso y que podría prevenir estas pruebas si así lo quiere. Sin embargo, no lo hace con frecuencia. Por lo tanto debe haber algún propósito para ellas, alguna razón divina para no librarnos de estas dificultades.

Una vez que empecemos a entender el propósito del Señor para estas cosas, podremos estar firmes en cualquier tormenta de la vida.
Santiago 1:1-12 establece un reto muy serio para todo creyente.
Lo primero que debemos notar es la seguridad de Santiago al decir en el versículo 2 que todo cristiano, de hecho, enfrentará muchos tipos de pruebas.
El autor no deja lugar para la duda; dice “cuando os halléis en diversas pruebas”, lo que nos indica que no podemos evitar tales acontecimientos. Por ello, no debemos preguntarnos cómo evitar las pruebas – porque no podemos – sino más bien debemos pedir a Dios nuestro Padre que nos muestre cómo lidiar con ellas cuando surjan.

Lo segundo que debemos notar en el versículo 2 es la instrucción que hasta parece absurdo, “tened por sumo gozo” cuando las dificultades lleguen a nuestra vida. Ésta es una declaración que cuesta entender; las pruebas y el gozo simplemente no van juntas. Lágrimas, desaliento, desilusión, desesperación… éstas son las cosas que asociamos con las pruebas. ¿Pero gozo? Santiago debe haberse dado cuenta de que esto sería una contradicción para el razonamiento de nuestra naturaleza humana; así que, debe haber una respuesta más allá de los que podemos percibir.

En Santiago 1:5, en medio de una discusión acerca de las pruebas, el autor parece cambiar de tema a medio camino. Él acaba de explicar cómo las pruebas espirituales producen resistencia y madurez, y luego dice, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios y le será dada”.

Santiago en realidad no está cambiando de tema sino que está presentando un argumento consistente en cuanto a las pruebas. Para que podamos darle frente a las pruebas y “tenerlas por sumo gozo”, debemos ver el asunto desde la perspectiva de Dios. Esto es lo que hace la sabiduría.

Más allá de simplemente entender el razonamiento de Dios, también debemos activamente aplicar esa sabiduría. Cuando hacemos esto, podemos evaluar a las personas y las circunstancias de mejor manera y por ende estamos mejor preparados para tomar decisiones sensatas.

La fuente de las pruebas
La función primordial de la sabiduría es la de ayudarnos a discernir la fuente de nuestras pruebas. Descubrir la fuente es de mucha ayuda para entender el propósito de Dios en cada dificultad. A veces, nuestras pruebas nos llegan por haber tomado decisiones incorrectas. Estos momentos son difíciles de aceptar porque nos damos cuenta de que no podemos echarle la culpa de nuestros problemas a nadie.

Una segunda fuente de pruebas es la persecución de otros. Al esforzarnos por vivir como el Señor nos manda, el enemigo empezará a buscar nuevas maneras de atacarnos. Un ataque efectivo es a través de otras personas que son enviadas a herirnos, a burlarse de nosotros, o a distraernos.

Otra fuente incontrolable es el simple hecho de que vivimos en un mundo caído. No podemos evitar terremotos, inundaciones, enfermedades, sufrimientos, guerras y otras dificultades.

Un asunto difícil de entender para muchas personas es que Dios permite cada una de las pruebas que enfrentamos. A veces, Él mismo envía las pruebas. Es por esto que Santiago instruye a los creyentes a pedir sabiduría en medio de las dificultades. La sabiduría nos permite ver claramente la fuente de nuestra prueba, y cuando la conocemos, estamos mejor preparados para evaluar, manejar y crecer.

Una vez que entendamos la razón de la prueba, necesitamos sabiduría para que nos permita discernir su propósito. En esto, la sabiduría nos ayudará a comprender el tiempo de prueba que vivimos y a través de eso preguntarnos ¿Señor, qué quieres que aprenda?”

Dios permite la prueba para probar nuestra fe. Santiago 1:3 dice, “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”. La palabra “prueba” aquí significa ser probado y ser encontrado aprobado; esto es, Dios está probando su fe; la fortaleza de su fe.

La fe no probada, es prácticamente inútil. ¿Cómo sabe lo que puede enfrentar en la vida si su fe no ha sido probada? Primera de Pedro 1:6-7 explica este aspecto valioso, “En lo cual vosotros os alegráis… tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe… sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”.

Resultado de la prueba
Al ser probada nuestra fe produce madurez espiritual, lo que conduce a la paciencia. Ser probados por Dios nos fortalece para que podamos enfrentar prueba tras prueba y todavía resistir.

Segundo, Dios permite nuestras pruebas para probar nuestra devoción a Jesucristo. La devoción verdadera demanda que sigamos a Jesús fielmente, independientemente de las circunstancias. ¿Obedecerá usted a Dios cuando no entiende el por qué? ¿Le obedecerá usted cuando las cosas no estén a su favor? Esto se descubre durante periodos de prueba.

Tercero, Dios permite las pruebas para purificar nuestra vida. Las pruebas tienen una manera de ejercer presión en las partes más secretas de nuestro ser, trayendo a la superficie, pecados escondidos, malos hábitos, y áreas descuidadas. Esto es necesario para alcanzar la madurez espiritual.

Cuarto, nuestras pruebas le dan a Dios la oportunidad de demostrarnos durante tiempos difíciles, el poder sustentador que sólo proviene de Él. Este es un testimonio asombroso para los que no son creyentes, quienes pueden presenciar cómo usted pasa por una situación terriblemente difícil mientras al mismo tiempo mantiene la paz del Espíritu Santo.

Quinto, un propósito mayor de nuestras pruebas es producir en nosotros un carácter semejante a Cristo. Las pruebas nos revelan que no podemos vivir una vida cristiana separados de Él. Esto significa que la vida cristiana es en realidad Jesucristo viviendo en y a través de nosotros. Esto requiere nuestra completa entrega a la voluntad del Padre, para que nuestras reacciones durante tiempos difíciles sean reacciones del Señor, vividas a través de nosotros.

Finalmente, las pruebas nos equipan para servir en el Reino de Dios. Segunda de Corintios 1:4 señala claramente este punto “(Dios) el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”. Dios está usando nuestras pruebas para hacernos más útiles.

Al entender e identificarnos completamente con el dolor de otra persona, podremos alcanzarla de una forma en la cual otro no estaría preparada para hacerlo. Si es que hemos pasado por eso nosotros mismos, tendremos un entendimiento profundo de lo que el individuo en sufrimiento necesita.

Si usted es un hijo(a) de Dios, tiene el medio por el cual puede estar firme frente a cualquier prueba. Confíe que el Señor tiene una razón para sus dolencias, y sométase a lo que sea que Él desea enseñarle. El camino puede ser rocoso y dificultoso, pero una respuesta sabia le conducirá hacia el gozo que Dios le ha prometido.

Nuestro proposito es predicar a Jesucristo, el unico que se merece toda honra y toda gloria.
Cristo esta vivo y esta dispuesto a perdonar cada una de nuestras faltas.

Un joven que se fue de la casa en rebeldía, pasados los años que vino la ruina y vino la desgracia para él, envió una carta a su padre:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”, y yo sé que no digno de ser llamado tu hijo, pero te escribo esta carta para pedirte que me perdones y que me recibas en casa.
 

Yo voy a pasar el próximo domingo por frente a tu casa, en el tren, y padre… ¿recuerdas el manzano que hay en el jardín de atrás? Si tú me recibes amarra un pañuelito blanco a una de sus ramas y cuando yo pase por el tren a punto de llegar a la estación si yo veo ese pañuelo entiendo que soy bienvenido a tu casa, pero si tú no me recibes, yo te entiendo.
Entonces no habrá pañuelo y seguiré a otra estación”. Y el joven iba en el tren, y como el viaje era largo, contó a su compañero su historia, su triste historia.
Y llegando a la estación el tren comienza a disminuir la velocidad, y este joven dice: “estamos por llegar… estamos por llegar, tengo miedo” Y el compañero de al lado le dijo: “no temas, tranquilízate, espera lo mejor, cree lo mejor” Y el joven dijo: “no sé, no pudiera soportar que mi Padre no me
recibiera, y ¿si no hay un pañuelo en ese manzano? Yo necesito que El me perdone!!!”.
 

Y estaba viajando en el tren y ya para llegar le dice: “No, no puedo mirar a esa casa, no puedo soportar que no haya un pañuelo, ¿me harías un favor? Miras tu, mira por la ventana, es una casa amarilla, la única casa amarilla de ese bloque, de esa cuadra, ya llegando a la estación tu vas a ver esa
casa amarilla, por favor mira el manzano, si hay un pañuelo, quiero saber si soy bienvenido a casa”.
Y el tren se va acercando y el muchacho no aguanta más y cierra sus ojos y le dice: 

“mira bien, ¿ves la casa?” Y el compañero dice: “Si, si, aquí ya viene, ahí se está acercando!!!”
- “¿y estás viendo? Mira, ¿Hay un manzano al enfrente? Si lo ves? “
Y el hombre se quedó en silencio.
Y el joven dijo: “Por favor, mira si hay un pañuelo, busca entre las ramas, quizá esta en la rama más baja, o quizá mi Padre lo puso en la última rama, mira bien!!!” Y el hombre estaba callado.
- Y dijo: “¿Porqué te callas?”
- El le dijo: “No, no hay un pañuelo en
ese manzano, amigo mío, hay cientos
de pañuelos blancos, tu eres
bienvenido a la casa de tu Padre!!!”

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