¿Cómo estas? Te escribo esta carta porque quiero decirte cuanto te amo y me preocupo por ti y cuan grande es mi deseo de ayudarte.
Te vi. Ayer hablando con tus amigos y a lo mejor querías hablarme también. Espere todo el día. Al llegar la tarde te di una hermosa puesta de sol para cerrar tu día y una fresca brisa para tu descanso después de un día tan fatigoso, y espere… pero nunca viniste. Claro, me dolió, pero aun así te amo y quiero ser tu amigo.
Te vi, dormir anoche y quise tocar tu frente: envié rayos de luna que cubrieron tu almohada y tu cara para ver si te despertabas, para hablar contigo: pero no, seguías en tu sueño. Tengo tantos dones que darte! Pero en la mañana era tarde y te fuiste apresurado a trabajar: mis lágrimas se mezclaron con la lluvia que caía.
Hoy te veo triste, preocupado, solo. ¡Tan solo! Mi corazón comprende. También mis amigos me abandonaron y me lastimaron. Pero yo te amo...
¡OH si tan solo me escucharas! ¡Te amo! Trato de decírtelo por medio del cielo azul y de los verdes prados. Te hablo al oído a través de las hojas de los árboles y el olor de las flores. Grito en los riachuelos de las montañas, doy a los pajaritos cantos de amor solo para ti. Te visto con el calor del sol y te perfumo el aire con el aroma de la naturaleza. Mi amor por ti es mas profundo que el mar, pero mayor y mas grande es mi deseo de hablar y caminar contigo.

Yo se cuan duro es vivir en esta tierra. Realmente lo se y quiero ayudarte si tan solo tu me dejaras demostrártelo. Quiera que conocieras a mi padre. El desea ayudarte también. Mi padre es así, ya tú lo conocerás y amaras igual que yo.
Llámame a cualquier hora del día o de la noche, pues yo nunca duermo, y siempre te responderé: Pideme lo que quieras, que si es para tu beneficio yo te lo daré. Habla con migo y desahoga tus angustias, ansiedades, que yo siempre tengo tiempo para ti. ¡Por favor no te olvides de mi, tengo tanto que compartir contigo!
Ya no te molesto mas, se que tienes mucho que hacer. Perdona que te haya tomado tanto tiempo, pero no podía esperar mas sin dejarte saber que te amo y que te espero.
Tu amigo fiel.
JESUS 


El agobio de la vida es capaz de embotar nuestros sentidos espirituales. En vez de anhelar una comunión más cercana con Cristo, muchos creyentes encuentran placer y satisfacción en las cosas del mundo. El resultado es que nos movemos día tras día, y semana tras semana, sin la alegría y la satisfacción que son posibles por medio de una relación estrecha con el Señor.
La triste verdad es que algunos cristianos se conforman con tener una relación distante con Dios. Desde su perspectiva, Jesús está muy lejos en el cielo. Pueden orar de vez en cuando, pero no tienen idea de cómo experimentar el tipo de relación que alguna vez creyeron posible. Lo que ellos no entienden es que Dios anhela realmente relacionarse con ellos, y también con usted.
¿Qué significa tener un encuentro con Dios?
Aunque el Señor normalmente se comunica con nosotros por medio de la oración, la Biblia, y la intervención del Espíritu Santo, a veces viene a nosotros de una manera más dramática, como lo hizo con el profeta Isaías (Is 6). Tales momentos…
Son inesperados. La palabra encuentro transmite la idea de una reunión inesperada. Cuando Isaías fue al templo cierto día, no tenía idea de que algo trascendental sucedería. Era un día normal como todos, hasta que el Señor se le apareció con un despliegue deslumbrante de su gloria.
Son provocados por Dios. No podemos manipular esta clase de experiencias. Nuestra responsabilidad es mantener abiertos nuestros oídos espirituales y ser receptivos. Luego, cuando Dios tenga algo que decirnos, estaremos listos para escucharle.
Siguen sucediendo hoy. Los relatos de la Biblia describen a Dios teniendo comunicación inesperada con las personas. Puesto que el Señor nunca cambia, Él sigue tratando con la humanidad de maneras grandiosas e imprevistas.
¿Qué impide tener un encuentro con el Señor?
Esta clase de experiencia no está reservada solo para los pastores o los personajes de la Biblia. Dios quiere comunicarse con todos sus hijos, pero a veces estamos demasiado ocupados y preocupados, que no lo escuchamos. Si usted no puede recordar algún encuentro con el Señor, tal vez se deba a que sus oídos están en sintonía con los sonidos y las voces del mundo.
Para subrayar lo que digo, piense en cuánto silencio experimenta usted en un día normal. ¿Hay un tiempo cuando está callado y receptivo al Señor, o está su día lleno de voces y agitación desde la mañana hasta la noche? Cuando Dios tiene que competir con toda la actividad y el bullicio que hay en nuestra vida, su voz es ahogada.
Si usted se siente desconectado y distante del Señor, no tiene que seguir así. Él desea relacionarse, pero usted tendrá que aquietar su espíritu, acercarse a Él y escuchar la voz de Dios hablándole por medio de su Palabra. Luego, cuando Él venga con un mensaje especial, estarán dadas las condiciones para que se abra una puerta de comunicación. El momento de comenzar a acercarse a Él es ahora mismo, no cuando usted necesite desesperadamente escucharlo.
¿Qué puede usted esperar de un encuentro con Dios?
Aunque el Señor quiere hablar con usted cada día en comunión constante, a veces tiene algo tan importante que transmitir, que entrará en su vida de una manera más dramática. La experiencia de Isaías muestra lo que puede esperarse cuando el Señor nos hace una visita no anunciada (Is 6.1-9).
Una abrumadora conciencia de su presencia: Un encuentro con Dios puede suceder en cualquier lugar: en el hogar, la iglesia, durante una caminata, o mientras conduce su automóvil; pero dondequiera que Él se presente, usted sentirá siempre una abrumadora sensación de su presencia. Isaías dijo: "Vi al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo" (v. 1). A pesar de que la experiencia suya probablemente no será tan dramática, en cualquier momento que Dios quiera llamar su atención, Él hará evidente su presencia.
Una conciencia de su santidad: Cuando el Señor se le apareció a Isaías, estaba acompañado de seres angelicales que cubrían sus rostros con total reverencia por su absoluta pureza y perfección, mientras clamaban: "¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos!" (v. 3). Este atisbo en el dominio espiritual abrumó a Isaías con una conciencia de la gloria y la santidad de Dios.
El hecho de vivir en un mundo caído nos impide comprender verdaderamente cuán inmensa es la diferencia entre el Señor y nosotros. Con demasiada frecuencia intentamos bajarlo a nuestro nivel, pero un encuentro con Dios abre nuestros ojos para reconocer su superioridad inalcanzable.
Una sensación de nuestra indignidad. Uno de los resultados de tener un encuentro con Dios es una conciencia inmediata de nuestra condición pecaminosa. Es por eso que Isaías exclamó: "¡Ay de mí que soy muerto!" (v. 5). En la presencia de Dios se magnifica el contraste entre su santidad y nuestro pecado, no para condenarnos, sino para ayudarnos a ver lo malo que hay en nosotros desde su perspectiva, para que lo confesemos y nos arrepintamos.
La visión del Señor le recordó inmediatamente a Isaías su propia área de debilidad: Dijo que era un "hombre inmundo de labios" (v. 5). Aunque los creyentes hemos sido perdonados totalmente en Cristo, nuestras vidas nunca deben ser dominadas por el pecado. A medida que crecemos en nuestra fe, el Espíritu nos revela cada vez más las conductas y las actitudes que no se ajustan a nuestra nueva identidad en Cristo.
Una conciencia del misericordioso perdón de Dios: Después de tener un encuentro con el Señor y enfrentar nuestros pecados, tenemos que saber que hemos sido perdonados. Para limpiar los labios de Isaías, uno de los serafines tocó su boca con un carbón encendido del altar. El carbón encendido simbolizaba el sistema de sacrificios de expiación por medio del cual Dios concedía su perdón al pueblo. Para los creyentes de hoy día, el perdón ha sido logrado de una vez por todas, por el sacrificio de Cristo en la cruz.
Esta ha sido la acción más grandiosa en la historia humana, pero a veces no apreciamos verdaderamente el sacrificio del Salvador. Hemos oído hablar de ese sacrificio y lo hemos alabado, pero ¿hemos derramado lágrimas de gratitud? Si pensar en el Hijo de Dios colgado en una cruz no le conmueve, algo anda mal en su relación con Él. Cuando la familiaridad ha hecho que nuestros corazones se enfríen, un encuentro con Dios despierta de nuevo nuestro amor y agradecimiento por la magnitud de su sacrificio.
Un llamamiento a la acción. Cuando el Señor se le apareció a Isaías, le preguntó: "¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?" (v. 8). Tenía un trabajo para Isaías, así como Él tiene tareas para cada uno de nosotros. A veces, para movernos en la dirección correcta, Dios tiene que interrumpir nuestras vidas con una abrumadora sensación de su presencia. Eso fue lo que le sucedió a Moisés cuando estaba apacentado ovejas en el desierto. El Señor se le apareció de repente en una zarza ardiente y le dio un vuelco a su vida en una dirección completamente diferente.
¿Cómo debe usted responder?
Aunque los contextos, las ocasiones y las situaciones han cambiado, los encuentros con Dios que he experimentado han sido siempre inesperados. Ahora, cada vez que tengo la sensación de la presencia del Señor, de inmediato caigo sobre mi rostro delante de Él y espero en silencio para escuchar lo que quiere decirme.
Por lo general, me revela algo muy concreto que Él quiere que yo haga. A veces, lo que está pidiendo me parece totalmente ilógico, pero después de obedecerlo, Él siempre lo ha realizado exactamente de la manera que quería.
Si usted anhela tener un encuentro con Dios, comience hoy a cultivar una relación íntima con Él. El Señor le ama muchísimo y quiere que usted esté consciente de su presencia, pero debe tener la disposición de estar con Él. Dedique tiempo cada día para leer la Biblia y orar, para que sus oídos espirituales se acostumbren a la voz de Dios. Pídale que le hable a su corazón, y espere después sus instrucciones. Luego, cuando Él venga a usted con una dirección muy clara, responda de la manera que lo hizo Isaías: "Heme aquí, envíame a mí".

84:1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
84:2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;
Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
84:3 Aun el gorrión halla casa,
Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos,
Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos,
Rey mío, y Dios mío.
84:4 Bienaventurados los que habitan en tu casa;
Perpetuamente te alabarán. Selah
84:5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
84:6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,
Cuando la lluvia llena los estanques.
84:7 Irán de poder en poder;
Verán a Dios en Sion.
84:8 Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración;
Escucha, oh Dios de Jacob. Selah
84:9 Mira, oh Dios, escudo nuestro,
Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.
84:10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
Que habitar en las moradas de maldad.
84:11 Porque sol y escudo es Jehová Dios;
Gracia y gloria dará Jehová.
No quitará el bien a los que andan en integridad.
84:12 Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía.


Oh Ser humano…..te cuento que te asemejas a la vertiente de un río.
Las personas te ven como fuente de vida y se acercan a tus orillas por tus cualidades y lo que puedes ofrecer, depositan su confianza en ti a tal punto que eres origen de sus familias  y ves todo su desarrollo. Son personas que confían en ti y que hasta cierto punto dependen de ti.
Pero cuando menos lo esperan, una tormenta hace crecer tus problemas y cambias de apacible fuente de vida a turbulenta furia que destruye sin medida todo lo que está cerca, llevándote con tu furia los sentimientos de los que te aman y los que confiaron en ti.
Entre más fuertes son las tormentas de tu vida más te desquitas con los que te aman, sin ellos tener la culpa, pero siempre tus aguas son recibidas por alguien más poderoso que tu.
Sean turbias o claras siempre sus olas están para recibirte y demostrarte que en todas tus circunstancias Él siempre esta allí, esperando por ti.
Ay, ser humano que no confías en sus aguas, siempre te recibirá con el abrazo más profundo para que te disuelvas en sus aguas y la turbidez se difumine en la claridad de sus corrientes.
Entonces calentará tu alma en vapor para que purifiques tu vida y dejarás tus problemas allá en sus manos  y como clara gota de lluvia te depositará una vez más en tu vida para que vuelvas a fluir por tus montañas.
Los que antes destruiste con tus corajes, volverán a tus orillas, porque dejaste todo en las manos de Dios y le permites a Él llevar tus problemas.
Oh ser humano, sólo te resta ser agradecido y aprovechar la oportunidad para que otros ríos te sigan como guía y puedan fluir hacia los brazos de Dios.
Autor..Jeffrey Rodríguez


                                                             Lectura: Salmo 91

1 El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente.

2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré

3 El te librará del lazo del cazador, De la peste destructora.

4 Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad.

5 No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día,

6 Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.

7 Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará.

8 Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos.

9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación,

10 No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.

11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos.

12 En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra.

13 Sobre el león y el áspid pisará Hollarás al cachorro del león y al dragón.

14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha            conocido mi nombre.

15 Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.

16 Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.

La mayoría de la gente sabe que si uno marca en el teléfono los números 9-1-1 en los Estados Unidos
obtiene ayuda en una emergencia. Es tan simple que hasta los niños en edad preescolar han salvado vidas marcándolos. Tres números lo hacen todo.

Una vez, a una mujer la secuestraron en su auto con su hijita dentro. La niña marcó el 9-1-1 en el teléfono móvil, pero el secuestrador no se dio cuenta de lo que ella había hecho. Puesto que alguien escuchaba en el departamento de policía, la astuta madre dio algunas claves sobre su ubicación en voz alta mientras hablaba con el secuestrador. 


La policía las pudo localizar, a ella y a su hijita, y arrestar al delincuente.

En una emergencia, la ayuda está a la corta distancia de tres teclas que se marcan en el teléfono. 

Sin embargo, muchas veces los rescatadores humanos no pueden remediar las situaciones que enfrentamos.

Muchas veces nuestras crisis requieren ayuda divina. Cuando eso sucede podemos marcar unos números diferentes: el Salmo 91:1. Allí encontramos la ayuda y la protección de nuestro Dios todopoderoso. 


Este versículo nos recuerda que Dios es nuestro «refugio» y que podemos descansar bajo su sombra.

Cuando enfrentamos las crisis de la vida, a menudo tratamos de sobrevivir por nuestra propia cuenta.

Olvidamos que lo que más necesitamos, la protección de Dios y el consuelo de su presencia, están
disponibles con sólo pedirlos. La próxima vez que el peligro espiritual amenace, 

marca el Salmo 91:1.

SI MORAMOS BAJO LA SOMBRA DE LAS ALAS DE DIOS,

NO TENEMOS QUE TEMER LAS SOMBRAS DE LA VIDA.

No se trata de cuantas veces has caído, Dios mira el arrepentimiento verdadero, no te quedes en el suelo, no te excuses, cree que Él ya venció por ti.
No se trata de cuantas veces te han engañado y lastimado, se trata de que confíes que Dios te ha hecho fuerte y que solo El no te falla, pero las personas lo seguirán haciendo por más que te quejes.
No se trata de que tengas baja autoestima, se trata de que has sido redimida o redimido con la sangre de un cordero sin mancha.

En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. Isaías 61:10

No se trata de que tengas muchos o pocos dones, se trata de que los utilices con Jesús para su gloria, porque sin ÉL seria vanagloria.
No se trata de que tengas mucho o poco dinero, se trata de que Él de te da el pan de cada día que nunca te falta.
No se trata de si tienes muchos o pocos amigos, se trata de que tienes al mejor de tu lado, quien ha dado la vida por ti.
No se trata de que sientas todo en tu contra, sino de ir contra la corriente y sonreír para que el enemigo llore.
Se trata de Su presencia en ti, renovándote cada día mas y mas, hasta llegar un día a la estatura de Cristo.
No se trata de cuantas humillaciones has pasado, se trata de que Jesús las sufrió por ti primero, y hoy Él te dice si Yo estoy en ti yo te doy las fuerzas para que lo soportes así como yo lo hice, no tienes que utilizar ni una gota de tus fuerzas.
Todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Filipenses4:13) ¿Ya lo olvidaste?
      
Compartido por ~Kari~

Érase una vez 3 árboles pequeños en la cumbre de una montaña que soñaban sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes. El primer arbolito miro hacia las estrellas y dijo:
—Yo seré el baúl más hermoso del mundo, para poder guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y estar lleno de piedras preciosas.
El segundo arbolito miró un pequeño arroyo dirigiéndose al océano y dijo:
—Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar reyes poderosos sobre mí. Yo seré el barco mas importante del mundo.
El tercer arbolito miró hacia el valle que estaba abajo de la montaña y vio a hombres y mujeres trabajando.
—Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca. Quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo me mire levanten su mirada al cielo y piensen en Dios. Yo seré el árbol mas alto del mundo.
Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles crecieron mucho.
Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña y derribaron los tres árboles.
El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó a una carpintería, pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimento para animales de granja. Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni llenado de tesoros, sino que fue cubierto con polvo de la cortadora y llenado con alimento para animales de granja.
El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día. En lugar de eso aquel árbol fuerte fue cortado y convertido en un simple bote de pesca. Era demasiado chico y débil para navegar en el océano, ni siquiera en un río, y fue llevado a un pequeño lago.
Pero, una noche, una luz de estrella dorada alumbró al primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en el pesebre que habían construido con él.
—Este pesebre es hermoso para nuestro hijo —dijo la mujer a su esposo, mientras la luz de la estrella alumbraba a la madera suave y fuerte de la cuna. Y, de repente, el primer árbol supo que contenía el tesoro mas grande del mundo.
Una tarde, un viajero cansado y sus amigos subieron a un viejo bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llegó al lago. El pequeño árbol se llenó de temor, porque sabía que no tenía la fuerza suficiente para llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y esa lluvia.
El hombre cansado se levantó, y alzando su mano dijo: «Calma». La tormenta se detuvo tan rápido como comenzó. Y, de repente, el segundo árbol supo que en él estaba navegando el Rey del cielo y de la tierra.
Algún tiempo después, un viernes por la mañana el tercer árbol se extrañó cuando sus tablas fueron tomadas de un almacén de madera olvidado. Se asustó al ser llevado a través de una impresionante multitud de personas enfadadas. Se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió feo, áspero y cruel.
Pero un domingo por la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que el amor de Dios había cambiado todo. Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte, pues cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol mas alto del mundo.
 
La próxima vez que te sientas deprimido porque no sucedió lo que tu querías, solo siéntete firme, y se feliz porque Dios esta pensando en algo mejor para darte!

¿Quién soy yo?
Para que vuelvas tu mirada aquí,
¿Dime quien soy yo?
Para que dés una orden a los ángeles,
Para que me guarden.
¿Quién soy yo?
Para que guardes en perfecta paz,
Para que brindes toda la seguridad,
De estar completa y confiada
Y que nada contra mi prevalecerá.
¿Dime quien soy yo?
Para atar y desatar, y conquistar y declarar
Todo se puede por medio de tu hijo que nos fortalece.
¿Quién soy yo?
Nada soy
Nada importa
Hasta que tu amor me dio valor.
Ahora estoy
Con la armadura y tu escudo
Señor
Protegida y abrigada
Bajo tus alas.

Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y el hijo del hombre, para que lo visites?
Le has hecho poco menor que los ángeles,
Y lo coronaste de gloria y de honra.
Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies. Salmo 8:4-6
~Kari~


¿Cómo estás?, te escribo esta carta porque quiero decirte que te amo, y me gustaría tener una relación más cercana contigo. De más está que te pregunte como estás, porque estoy pendiente de ti cada minuto, y hasta ese último pensamiento que tantas veces te desvela, lo conozco.

Te noto a veces tan distante de mí, que he sentido miedo de perderte para siempre. Ayer te vi muy triste y quise arrancar de ti esa angustia, lo grité a los cuatro vientos pero no me buscaste. Te vi ayer hablando con tus amigos, te vi comer fuera de hora, y recorrí contigo la calle de tu casa, quise mirar con tus ojos eso que guardas y que te provoca tanta nostalgia, y quise que tú me escucharas pero no lo hiciste, y así esperé todo el día.

Al llegar la noche te di una hermosa puesta de sol para cerrar tu día, y una suave brisa para tu descanso. Después de un día tan agitado, esperé, pero nunca viniste. Te vi dormir anoche y quise tocar tu frente, envié rayos de luna que se reflejaron en tu casa para ver si te despertabas conmigo, pero seguías en tu sueño.

Quiero compartir contigo tantas cosas, pero no me dejas. En la mañana era tarde y te fuiste apresurado sin ni siquiera sospechar lo importante que eres para mí. Te amo y trato de decírtelo por medio del cielo azul, de la lluvia.... y mi voz se pierde como un eco detrás de tus pensamientos.

Te hablo al oído a través de las hojas de los árboles y el olor de las flores, te grito en los riachuelos de la montaña, doy a los pajaritos canto de amor solo para ti. Te visto con el calor del sol y te perfumo el aire con el aroma de la naturaleza. Me escucharás cuando hagas silencio en tu interior, te intento guiar moviendo en ti buenos deseos, déjate llevar por ellos. No estoy en el más allá... estoy en tus pensamientos! Regálale una mirada de amor a todo el que te rodea y me descubrirás a cada instante.

Hoy busqué alguien que me prestó sus manos y esta hoja de papel para escribirte, en lo adelante escribiré en tu corazón si me lo permites, solo dime Si... yo se que es duro vivir en este mundo, realmente lo se, pero si confías en mi, a partir de hoy tendrás nuevas fuerzas. Habla conmigo, desahoga tus angustias y ansiedades que yo siempre tengo tiempo para ti, cuéntamelo todo, llora si quieres, soplaré tus lágrimas para acariciar tu rostro.

Llámame a cualquier hora del día o de la noche, que yo nunca duermo, y siempre te responderé. Si puedes caminar y mirar con amor el universo, con humildad tu rostro en el espejo, con ternura aquel que te sonríe, con misericordia aquel que te pide compasión, y con perdón aquel que te hizo llorar... mi voz serán tus pensamientos!... Que no sea largo el camino que habré de recorrer tras de ti.

Att: Tu amigo fiel, JESÚS....




Alguien dijo: la soledad es la peor de las compañías. Y es cierto. Somos seres interactivos, sociables, creados para actuar en conjunto.

El apóstol Pablo declara en la Biblia que “el plan inmutable de Dios ha sido desde la eternidad adoptarnos en su propia familia, trayéndonos hacia él a través de Jesucristo y esto ha sido de su pleno agrado.” Familia, Padre, amor, hermanos, son palabras que usamos a diario pero muchas veces ignoramos el alcance de esta realidad. Uno de los perfiles más simpáticos de Dios es el de Padre y este título me declara a gritos que todo ser humano fue creado para vivir en familia.

Desde el génesis. Dijo Dios “no es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda ideal, dijo más tarde: únanse en una sola carne, luego: fructificad y llenad la tierra con familias... ¿Ves? Fuimos hechos para relacionarnos, primero con Dios: espíritu, luego con nosotros mismos: alma, y también con nuestros semejantes: pareja, familia, comunidad, iglesia, etc. Por lo tanto desde el momento que te dispones a vivir enfrascado en tus asuntos en hermética soledad, te apartas del plan eterno de Dios y comienzas tu declive rumbo al fracaso. Cuando das recibes.

Cada persona que entra, por así decirlo, en tu vida, da una pincelada más a tu ser. Algunos son verdaderos artistas que decoran tu existencia con una armonía de colores que enriquece. Otros, en cambios, son asesinos de la gracia, solo buscando tus defectos para luego retirarse manchando con colores oscuros el retrato de tu vida, pero de alguna manera la interacción nos modifica, para bien o para mal. “Hierro con hierro se afila, dice Salomón, así el hombre al construir una amistad con un semejante, perfecciona su perfil. Igual que el metal de una herramienta necesita de otro metal para afilarse, desde el momento en el que te embarcas en la travesía de la interacción, eres enriquecido y perfeccionado.

No puedes madurar solo, Claro que amar es arriesgar el corazón, pero al final sales ganando. ¡No te pierdas la bendición de vivir cerca de otros



Al practicar la amistad he aprendido algunos principios, como los que señalo a continuación:

Memoria: Aunque hoy nos separe la distancia, debemos recordar siempre al amigo/a que en algún momento nos consoló, nos hospedó, nos animó... nos amó.

Prudencia: Debemos respetar el horario de nuestros amigos.No invadamos su privacidad, creyendo que el ser amigos nos da derecho absolutos sobre sus vidas.

Sinceridad: No hay verdadera amistad sin una confianza plena. Todo tiene que estar sobre la mesa. Yo creo en la amistad , a corazón abierto.

Humildad: Necesitamos la humildad para pedir perdón cada vez que nos equivoquemos.Necesitamos también amplitud de corazón para saber perdonar.

Generosidad: en la verdadera amistad no se busca recibir sino dar.Entre amigos entregamos nuestro tiempo, nuestro afecto, y nuestras oraciones. Colmado de felicidad o de sufrimiento, el corazón tiene necesidad de compartir.

Porque la alegría compartida es doble alegría, y el dolor compartido es la mitad del dolor.

Cuidemos de nuestras amistades; no las usemos.

Los amigos que se usan, se gastan; pero los amigos bien cuidados duran muchisimos años.

. . . creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. . . .
2 Pedro 3:18.

Un hombre estaba sentado en un autobus con un niño de 7 años y tambien se encontraba un joven de tan sólo 15 años en el autobús.
de pronto Dios tocó en el corazon del joven de 15 años. Dios le pidió que se levantara del banco y que hablara a los pasajeros del autobus sobre el regreso de Jesucristo,
El hombre que estaba sentado con el niño de 7 años le grito: cállate, no hables lo que no sabes y siéntate!.
El joven se sentó avergonzado, mas Dios toco su corazon de nuevo y el joven volvio hablar diciendo las mismas palabras, el hombre amenazó con golpearlo si no se callaba.
Pero Dios siguió hablando ...por medio de el y el joven gritó que Jesús iba a volver, el hombre ya no aguanto mas y muy enojado con su niño cogido de la mano, fue hacia él joven para atacarlo, para golpearlo, mas de pronto el niño de 7 años dijo: papá no lo golpees, no lo ataques, él es enviado de Dios!.
El hombre de repente se puso a llorar inconsolablemente y el joven que el hombre iva a golpear le pregunto:- ¿Por qué lloras?.
El hombre todavía con lágrimas respondió: - Mi hijo era mudo y ahora está hablando!!!


Compartido por Josseline

Eramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en una silla para niño y me dí cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando. De repente, Daniel pegó un

grito con ansia y dijo: "Hola amigo!"

Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encia. Con mucho regocijo él se reía y se retorcía. Yo miré alrededor y vi la razón de su regocijo.

Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad y sus dedos se asomaban a traves de lo que fueron unos zapatos.

Su camisa estaba sucia y su cabello no había recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz tenía tantas venitas que parecía un mapa.

Estabamos un poco lejos de él para saber si olía, pero seguro que olía mal. Sus manos comenzaron a menearse para saludar. "Hola bebito, como estas muchachón" le dijo el hombre a Daniel.

Mi esposa y yo nos miramos, "Que hacemos?" Daniel continuó riendose y contestó, "Hola, hola amigo." Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero. El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo. Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebe. Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo.

Obviamente el estaba borracho. Mi esposa y yo estabamos avergonzados. Comimos en silencio; menos Daniel que estaba super inquieto y mostrando todo su repertorio al pordiosero, quien le contestaba con sus niñadas.

Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta. Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el estacionamiento.

El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida. "Dios mio, ayudame a salir de aquí antes de que este loco le hable a Daniel." Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre. Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que él pudiera estar respirando. Mientras yo hacía esto, Daniel se volvió rapidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos posición de "cargame."

Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se avalanzó desde mis brazos hacia los brazos del hombre. Rapidamente el muy oloroso viejo y el jóven niño consumaron su relación amorosa. Daniel en un acto de total confianza, amor y sumisión recargó su cabeza sobre el hombro del pordiosero. El hombre cerró sus ojos y pude ver lágrimas corriendo por sus mejillas. Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la espalda de Daniel. Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo. Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se meció con Daniel en sus brazos por un momento, luego abrió sus ojos y me miró directamente a los mios.

Me dijo en voz fuerte y segura, "Usted cuide a este niño." De alguna manera le conteste "Asi lo haré" con un inmenso nudo en mi garganta. El separó a Daniel de su pecho, lentamente, como si tuviera un dolor. Recibí a mi niño, y el viejo hombre me dijo: "Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo." No pude decir mas que un entrecortado gracias.

Con Daniel en mis brazos, caminé rápidamente hacia el carro. Mi esposa me preguntaba por qué estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente, y por qué yo estaba diciendo:

"Dios mio, Dios mio, perdóname."

Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a traves de la inocencia de un pequeño niño que no vió pecado, que no hizo ningun juicio; un niño que vió un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia.

Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era.

Yo sentí que Dios me estuvo preguntando: "Estás dispuesto a compartir tu hijo por un momento?" Cuando El dió a su hijo por toda la eternidad.

El viejo andrajoso, inconcientemente, me recordó: "Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él."

Lucas 18:17

Si esta historia te ha bendecido, por favor compartela con tus amigos, para que también a través de ti reciban una bendición

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

 
Pagina oficial en Facebook Apasionados por Cristo | Redes SocialesInstagram | Twitter